lunes, 17 de marzo de 2008

Divino Enchoche

Querido lector,
En las últimas semanas habrá notado, seguramente con tristeza o hasta ansiedad, la ausencia de nuestra adivinanza. Pues bien, por más doloroso que nos resulte, comprendemos que merecen una explicación. La adivinanza, estimado lector, se encuentra temporalmente indispuesta por un severo caso de estupro divino. Naturalmente esta noticia resultó perturbadora para nosotros sus colegas. La adivinanza, en cambio, conservó en todo momento un decoro para muchos fastidioso; los escandalizados sugirieron que se publique una demanda formal y una proclama violenta y conmovedora que la gente pudiese firmar con esa vaga sensación de que habría que construir más casas en alguna parte. Estas sugerencias por supuesto fueron ignoradas y los revoltosos fueron intercambiados por queques de arroz en una feria.
Lo cierto es que la adivinanza dejo desde un principio muy claro cómo es que debían contarse los hechos. Debía empezarse, nos dijo, por la tarde de la víspera en que un hombre le dijo al oído ‘¿sabía Ud. que el nombre científico del pato salvaje es Histrionicus histrionicus histrionicus?’ su voz le había resultado viscosa pero agradable como el mango y si bien había deseado encarar al mensajero pasaba entonces la diez que siempre se demora muchísimo y ¡zás! la adivinanza ya estaba alzando el brazo y saltando como una loca al carro que se seguía de largo - uno con los años agarra estos habitos, algo como remedos de leyes más perfectas y bellas, que le pisotean a uno por ejemplo la curiosidad de si los angeles se ven de veras como fantasmas travestidos. En todo caso la anunciación fue tomando durante el viaje una forma irrevocable y tramposa; nos confesó que se había sentido fácil y a la altura del canal dos había decidido sabotear el encuentro. Pero a las ocho estaba en su cama viendo ‘Cabaret’ molesta consigo misma por haber elegido un calzón de los bonitos. No hubiera sido necesario que nos contara lo que sucedió a continuación: los granitos de vidrio que encontramos regados por toda su habitación eran el resultado de una explosión de luz y mirra de la cual había surgido un pato salvaje que de manera menos espectacular se había posado en el vientre de la adivinanza por tres minutos para luego toser un poco, hacer algunas caricias mas compasivas que dulces y partir en cámara lenta entre coros angelicales. Irritada por el asunto de la ventana y aprovechando la lentitud ridícula y solemne con que las divinidades se elevan, la adivinanza tomo de las patas al animal, y le estampo varias veces contra la pared hasta que dejo de moverse. Nosotros le habíamos encontrado en aquel cuarto que vibraba aun por la violencia y el olor a misa, la incomodidad de la incertidumbre se condensaba lentamente en nuestros rostros formando expresiones de pasmo un poco bobas que compartimos sin vergüenza; entonces un ‘¡glin!’ que venía de la cocina nos impulso en las direcciones más extrañas: Mario corrió al baño donde hundió la cabeza en el wáter mientras jalaba la bomba una y otra vez; Gonzalo tomó una almohada y se escondió debajo de un escritorio; Narda se metió en su canasta de la ropa sucia usando un vestido negro con flores rojas que nadie supo bien cuando se puso; yo falle estrepitosamente en el intento de teletransportarme y termine lloriquiando en silencio de cuclillas con los pulgares en la nariz y los índices en los oídos. Por el sonido de la portilla del horno sospechamos que la adivinanza había elegido en su desesperación un escondite mortal ; fue por eso que tan solo lenta y cautelosamente fuimos acercándonos a la mesa del comedor atraídos por el olor embriagador del mejor pato en salsa agridulce que se haya preparado, como muchos canturreamos entre risas en la sobremesa.

jueves, 13 de marzo de 2008

Mi relación con Paula - Final

[Sugiero leer las partes 1 y 2 para refrescar la memoria sobre la trama y que el final sea entendible]

Era mediados de marzo. Paula ya llevaba un par de semanas conmigo y nada, lo cual era especialmente frustrante, porque con el calor del verano ambos íbamos en ropa interior por la casa. Besito por aquí, besito por allá, y cuando la casa se ponía calentona, en una me ponía el parche. No lo entendía del todo, después de la discusión del otro día había asumido que el intercambio sería simple: ella podía quedarse y yo me la tiraba. Pero las cosas no fueron así, después de todo, ella no estaba de acomodada: Paula chambeaba, llevaba plata(aunque nunca movió un dedo en la limpieza) y se tragaba, todas las tardes, medio libro de mi incompleta colección 'Premios Nobel' de "El Comercio", los únicos que pude sacar, por cuestiones de espacio de la casa de mis viejos.

-¿Vas a sacarme alguna vez?- me preguntó un día, asomando soñadores ojos marrones por encima de la tapa dura y azul de 'Crónica de una muerte anunciada'.
-No somos precisamente una pareja normal...
-¡Qué mierda! Nos inventamos algo...

Y así hicimos. Los siguientes días fueron la presentación oficial de Paula a mi mundo. Se la presente a mis amigos de chamba, universidad y colegio; a Paula la conocí en un café, en una clase, por un amigo común, por una prima, por la chamba y, en la más alucinante porque mi taxi atropeyó a su perro que, lastimosamente, no sobrevivió. Vivía en mi casa porque ya íbamos un año y me lo tenía bien guardado, porque sus padres habían muerto en un accidente y ella no soportaba la nostalgia que le daba su hogar, por sencilla conveniencia y porque la habitación donde se hospedaba se cayó con el terremoto del año pasado(menos mal ella estaba comiendo en un chifa). Por lo general, las historias salían espontáneamente, nada preparado, purita improvisación y seguida de corriente, con risitas cómplices y enternecedores abrazos.

A Paula siempre le fue fácil crear esas historias, siempre le fue fácil actuarlas y siempre le fue fácil creérselas. Nunca me perdonó haber matado a su perro(me pidió un cachorro en compensación por mucho tiempo) y de vez en cuando salía al cementerio a rezarle a sus padres(una vez fui con ella, había escogido a un matrimonio recientemente fallecido al que nadie iba a visitar). Solo cambiaba su actuación cuando agregaba algo que entraba en directa contradicción con una historia anterior. Cuando me di cuenta de esto, asumí que sería mi única puerta abierta para el sexo.

Pero claro, no es que solo pensara en sexo... Sinceramente, le había tomado cariño y ella lo sabía perfectamente. Por eso esperé, creo que me enamoré de ella como había predicho y esperaba que soltara de la manera tradicional(dejarse llevar por los toqueteos sensuales sobre la cama y por el alcohol). Así pase varios días, semanas, conocidos, pajeadas, libros(que ella compraba), afeitadas. más mugre, noches sensuales, alcohol, cigarros, abrazos, besos e historias, pero nada. Tenía que tomar cartas en el asunto. Tenía que inventar otra historia.

-Hola-le dije, una noche que salimos a la inauguración de un bar, al volver del baño.
-Hola.
-Me llamo Rubén, ¿y tu?
-Margarita-me dijo, con toda la naturalidad del mundo-¿Te conozco?
-Aún no-respondí, aguantando las lágrimas de tristeza por haber perdido a Paula y las de felicidad por el sexo tanto tiempo aplazado.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Laura P. Nº1

Se que algunas de estas cosas habrán de sonarte un poco suicidas, Laura y, de alguna manera, todo intento de alejarme de ti lo ha sido. Sin embargo, no debes sentirte responsable por el destino de mi cuerpo o mi alma.

La madrugada del doce Esteban habría estado terminando el testamento en que te dejaba dos botellas de bismutol y una colección de imanes de refrigerador de deliverys; ambos sabemos que tenia un sentido del humor algo retorcido: te daba todo lo que le quedaba para acusarte por lo poco que le dejaste. Sabemos que inmediatamente después se pego un tiro en la cocina. El arma, a pesar de no figurar en el trozo de papel ensangrentado que era su testamento, también era tuya, Laura. Yo fui personalmente a investigar la escena del crimen y la reconocí inmediatamente como aquella con la que me amenazaste la noche que intente violarte en tu camarín. Tú pensaste que lo amabas, y por ello siempre creíste que yo estaba celoso de él; yo, en cambio, no sentí nunca celos por nadie: podías amar a quien te plazca pero a mí me necesitabas. Cuando tome el arma para chantajearte lo hice tan solo porque me figure que ese tipo de vulgaridades serian necesarias para que entendieses. Pero siempre me has necesitado, y siempre lo harás.

Esteban, antes de ser un sodomita improvisado, era un héroe en la fuerza, por eso los muchachos hicieron de la vista gorda cuando tome el arma y el papelucho donde con mucho esfuerzo podía leerse tu nombre. Tú puedes haberme imaginado aliviado de haberme librado de él, pero en la fuerza nadie dudaría que le quise como a un hermano. Lo que pasa es que eres una egocéntrica y hasta cierto punto te halaga que un hombre pueda complacerse de la muerte de alguien que te pretendía. Esteban no debió morir por un maricón desgraciado como tú; tus lágrimas no pueden limpiarle ni puede ser pleno en tu recuerdo. No puedes más que arruinar lo que es más bello de la juventud: Esteban estaba perdidamente enamorado de una muchacha que, desafortunadamente, tenia pene. Tu deformidad es el lastre de una historia que por lo demás habría sido perfecta en su romanticismo. Por ti, Laura, para los que lo querían Esteban no murió como un joven bello sino como un maricón. En cambio yo, desde un principio estuve enamorado de un hombre que se vestía de mujer, yo soy un pervertido y por eso te merezco.

Mientras no supiste que yo tenía el arma y el testamento, te escondiste. Te imagino odiándote a ti misma cuando no tuviste más que estarme agradecida. Esa noche que te lo dije pude haberte roto el culo y hubieras tenido que soportarlo; pero entonces no hubieras dudado de mi y no te me habrías ofrecido, humillada y helándote, por la ventanilla del auto a la semana siguiente. Si soy un bastardo es porque tú también me has humillado y no podríamos reconocernos hasta que las cuentas estén limpias. Entonces no lo entendiste, pero para cuando leas esto, lo harás.

Espero que cuando veas mi sangre nublando tu imagen en el espejo del camarín te des cuenta que este asunto no es más que un orden alternativo al que quisiste para nuestros cadáveres. Cuando le diste el arma a Esteban para que me mate esperabas que mi cuerpo acabase en algún callejón mugriento, desgraciada la memoria de mi servicio; en cambio, si hubieses podido escoger un lugar para los restos de Esteban hubiera sido este, tu lecho. De haberlo encontrado a él como me verás a mi, seguramente hubieras improvisado en una bella escena de desconsuelo con él entre tus brazos mientras gritas al cielo ‘ ¿porque?!’.Un patético esfuerzo de la imaginacion me permite verte llorandome como debes haberle llorado a él. Laura, amor mío, si me odias por haber privado de belleza a tu sufrimiento espero aprecies el obsequio de acabar mi vida con tu arma.

martes, 4 de marzo de 2008

El Combinado Tortuga se hace presente


Después de casi tres meses de espera el Combinado Tortuga llega a conglomo... good shit
Y... ahora qué?
escuchen a la banda