Al día siguiente, fui yo a comprar el desayuno. La panadería no estaba lejos, pero caminé lento, lentito, quería pensar. La vereda angosta hacía que pasara muy cerca de la gente que caminaba en sentido contrario, con algunos choques espontáneos y gente que me sobrepasaba, a pesar de ser una zona poro transitada, callecitas sin importancia de un barrio clasemediero. No vivo realmente cerca a ninguna avenida importante, por ello, si alguna mujer hubiese querido ubicarme después de algún encuentro fugaz se le habría hecho muy difícil. Pero Paula... Paula solo fue a comprar el desayuno, memorizó la ruta, regresó y me dio el vuelto de 10, con todo y factura('yo no hago trampa' me dijo, con sonrisa pícara y beso en la mejilla).
De regreso, pase frente al puesto donde habíamos sacado la copia de mi llave, aún cerrado, después de todo era temprano para un negocio así. Tenía que ir a la chamba, no podía llegar tarde así que apuré el paso. Es curioso que me haya apurado por eso y no por el temor de encontrar mi casa sin uno solo de mis horribles muebles. Al llegar, algo agitado, la vi sentada a la mesa viendo televisión, me puso una sonrisa de ama de casa que recibe a su hijo, o tal vez a su marido, me invitó a sentarme y tomamos desayuno comentando las noticias.
-¿Vas a quedarte?- le pregunté, aprovechando los comerciales.
-Claro que no, Roberto, tengo que hacer unas diligencias- me respondió, seria pero sin quitar la sonrisa, malinterpretando, tal vez a propósito, mi pregunta-. Además, la casa da un poco de claustrofobia- agregó bromeando.
-¿Dónde vives?- insistí, después de reírme.
-Aquí, contigo.
-Entonces, ¿dónde vivías? no te me hagas la pendeja- agregué, perdiendo un poco la paciencia.
-Tú sabes...- se tomó el pelo lacio y lo enroscaba en su dedo índice, mientras mantenía su mirada fija en mí, estudiándome, midiéndome, sacando su línea, buscando la frase precisa-. Qué obsesión la tuya con mi pasado, hasta has revisado mi denei, y todo por la puras porque esa dirección no es mía hace tiempo.
-¡No puedes esperar que te acepte en mi casa solo porque me caes bien!
-No, espero que lo hagas porque quieres sexo conmigo de nuevo, al menos al comienzo. Después te enamorarás de mí y mi pasado ya no importará, ni el tuyo tampoco, solo nuestro futuro, juntos- mirada convencida, apasionada, entonación nada cursi, sincera, fuerte, casi impositiva, casi casi la sentencia del destino.
Aturdido, me paré y fui a lavarme los dientes, se me había hecho tarde otra vez. Esa noche, cuando ella llegó, lo hizo con una maleta, no pregunté, solo la ayude a desempacar para que termine más rápido, esperando realmente por tenerla en la cama conmigo. Esa noche, como la anterior, solo dormimos, para mi desconsiderada frustración.
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Segunda entrega de no se cuantas. La huachafa y definitivamente momentánea decoración del blog(quién es el responsable?) no le va tan mal. Muchachos, afilen sus plumas(es un antiguo decir) y empiecen a escribir, antes de terminar febrero quiero ver cumplida la cruzada "un post por conglomista", y también va para ti, cronopio.
De regreso, pase frente al puesto donde habíamos sacado la copia de mi llave, aún cerrado, después de todo era temprano para un negocio así. Tenía que ir a la chamba, no podía llegar tarde así que apuré el paso. Es curioso que me haya apurado por eso y no por el temor de encontrar mi casa sin uno solo de mis horribles muebles. Al llegar, algo agitado, la vi sentada a la mesa viendo televisión, me puso una sonrisa de ama de casa que recibe a su hijo, o tal vez a su marido, me invitó a sentarme y tomamos desayuno comentando las noticias.
-¿Vas a quedarte?- le pregunté, aprovechando los comerciales.
-Claro que no, Roberto, tengo que hacer unas diligencias- me respondió, seria pero sin quitar la sonrisa, malinterpretando, tal vez a propósito, mi pregunta-. Además, la casa da un poco de claustrofobia- agregó bromeando.
-¿Dónde vives?- insistí, después de reírme.
-Aquí, contigo.
-Entonces, ¿dónde vivías? no te me hagas la pendeja- agregué, perdiendo un poco la paciencia.
-Tú sabes...- se tomó el pelo lacio y lo enroscaba en su dedo índice, mientras mantenía su mirada fija en mí, estudiándome, midiéndome, sacando su línea, buscando la frase precisa-. Qué obsesión la tuya con mi pasado, hasta has revisado mi denei, y todo por la puras porque esa dirección no es mía hace tiempo.
-¡No puedes esperar que te acepte en mi casa solo porque me caes bien!
-No, espero que lo hagas porque quieres sexo conmigo de nuevo, al menos al comienzo. Después te enamorarás de mí y mi pasado ya no importará, ni el tuyo tampoco, solo nuestro futuro, juntos- mirada convencida, apasionada, entonación nada cursi, sincera, fuerte, casi impositiva, casi casi la sentencia del destino.
Aturdido, me paré y fui a lavarme los dientes, se me había hecho tarde otra vez. Esa noche, cuando ella llegó, lo hizo con una maleta, no pregunté, solo la ayude a desempacar para que termine más rápido, esperando realmente por tenerla en la cama conmigo. Esa noche, como la anterior, solo dormimos, para mi desconsiderada frustración.
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Segunda entrega de no se cuantas. La huachafa y definitivamente momentánea decoración del blog(quién es el responsable?) no le va tan mal. Muchachos, afilen sus plumas(es un antiguo decir) y empiecen a escribir, antes de terminar febrero quiero ver cumplida la cruzada "un post por conglomista", y también va para ti, cronopio.
2 comentarios:
como te dejas manipular por un hermafrodita, vas a despertar sin cejas
y el comentario es del 14 de febrero! puja esa tercera parte, bastardo
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